Él es Jamie Raven, un mago británico que comenzó desde pequeño e intentó hacer de la magia una profesión, pero no se imaginó que su vida cambiaría cuando se decidiese a entrar a Britain’s Got Talent. Su audición iba normal, nada extraordinario, Jamie parecía que daría un espectáculo mediocre por la mirada incrédula de los jueces. Pero comenzó a hacer lo que más le apasiona y esto fue lo que pasó: